04 | 06 | 2019

Ahora que empezamos a ser conscientes de que tenemos que darles una segunda vida a los productos para no tirarlos, también debemos ser conscientes de lo que significa adquirir un producto de segunda mano.

Un producto de segunda mano es aquel que ya ha sido utilizado y por tanto, ha sido adquirido en algún momento anterior a este uso por quien nos la ofrece o por alguien que lo ha transmitido a quien la ofrece.

Así, si la obtenemos de un particular estaremos hablando de una compra particular en que las condiciones serán las pactadas entre ambas partes. Si en cambio, el vendedor es una empresa o profesional, se tratará de una relación de consumo y por tanto disfrutaremos de los derechos que otorga el Código de Consumo a las personas consumidoras.

En las relaciones de consumo, partiendo de la idea de que los productos de segunda mano no son nuevos y por lo tanto han sufrido cierto desgaste, debemos comprender que al comprarlos nosotros aceptamos las condiciones en las que lo obtenemos. Ahora bien, todos los defectos que surjan de nuevo o que ya estuvieran pero de los que no tuviéramos conocimiento deberemos comprobar si están dentro de garantía.

La garantía de los productos de segunda mano no es la de dos años de los productos nuevos sino que se podrá pactar un periodo más corto que éste pero que siempre será, como mínimo, de un año. Si los defectos se manifiestan durante los seis primeros meses, se entenderá que son de origen, es decir, que ya existían en el momento de la entrega. A no ser que el empresario pueda demostrar que el defecto ha sido provocado por un mal uso y por tanto, no tendrá que responder de los defectos. De los seis meses en adelante, el empresario podrá pedirnos demostrar que este defecto es de origen y que por tanto, no es culpa nuestra el defecto surgido.

Si estamos dentro de esta garantía seremos los consumidores quienes escogerán entre la reparación del producto o la sustitución, a no ser que la opción elegida sea desproporcionada (que genere al vendedor unos gastos poco razonables comparadas con la otra opción) o sea imposible de cumplir. Pero claro, cuando hablamos de segunda mano, no puede haber posibilidad de sustitución porque no hay ningún producto exactamente igual. De esta manera, solamente cabe la reparación del producto de segunda mano obtenido. La reparación debe ser completamente gratuita, en un plazo razonable, sin inconvenientes para la persona consumidora y tendrá una garantía de seis meses. Si la reparación no resolviera los defectos (la práctica es después de tres reparaciones seguidas) podremos optar por la devolución del producto y el retorno del dinero o, si el defecto no tiene mucha importancia, simplemente por la rebaja del precio inicial pagado.

En resumen, aunque el producto adquirido sea de segunda mano si quien la ofrece es una empresa o profesional tendremos derecho a la garantía y por tanto, cuando aparezca un defecto en el producto tendremos que dirigirnos al vendedor quien deberá hacerse responsable de la reparación. Si esto no es así, podremos reclamarlo primeramente directamente al establecimiento y sino mediante el órgano de consumo competente.